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¿No todo el cine es arte?

Decir “no todo el cine es arte” es lo mismo que comentar “no todos los libros son literatura” “no todo sonido armónico es música” allí es dónde no observamos el espectro completo y las implicaciones que conllevan a lo que estamos categorizando como “no arte”.

El arte es antes que nada, subjetivo, cada quién le atribuye su significado, su impacto y su importancia social, económica y espiritual.

Para Platón es una apariencia con respecto a la realidad, para el arquitecto Adolf Loos es la libertad del genio, para un servidor el arte es cuando algo genera una emoción primigenia en tu ser basado en una vinculación emocional.

Realmente no hay una definición concreta y no la habrá, no hay solución porque no existe el problema de categorizar que es arte y que no es, este nada más se va transformado a lo largo del tiempo y de la evolución de la historia humana.

Regresando al cine, creo que cualquier producto cinematográfico el realizador conoce las reglas, la indumentaria y los métodos para poder transferir su ideología a la pantalla y que gracias a sus conocimientos técnicos permiten que su emoción hable a 24 cuadros por segundo.

Reforzando la idea de Kant de que el arte es una representación del trabajo humano, es cierto afirmar que después de ver una película no cualquier individuo puede decir que una película puede ser catalogada como obra de arte, pero una obra de arte puede salir de cualquier película, cualquier creación humana desde su concepción en la mística del intelecto está en potencia de convertirse en una obra de arte, desdeñar esa creación es atentar contra el misterio mismo de lo que nos impulsa a ser creativos, tanto a nosotros como a la persona responsable y que está detrás de lo que acabamos de presenciar en la pantalla.

Marcel Duchamp dijo en una de sus cartas sobre el arte:

«El arte puede ser bueno, malo o indiferente, pero, sea cual sea el adjetivo empleado, debemos llamarle arte, y un arte malo sigue siendo arte, igual que una mala emoción sigue siendo una emoción».