Columnas Críticas

Líik’ik Talokan

Bajo el amparo de la noche en la tranquila nación de Wakanda, desde las profundidades de sus ríos circundantes, una figura emerge del agua, sus joyas de jade y vibranium brillan bajo la luna, lentamente este ser se eleva sobre la superficie, de sus tobillos, cuatro alas baten con una intensidad primitiva, el sonido de su aleteo evoca al peligro de una víbora de cascabel, este ser etéreo se aproxima hacia las miradas atónitas de la reina Ramonda y de la princesa Shuri de la nación africana; es el dios serpiente emplumado: K’uk’ulkan, pero ahora se encuentra frente a sus enemigos, y deben llamarlo Namor.

Así, el ecatepense Tenoch Huerta hace su primera aparición en el Universo Cinematográfico de Marvel, en el largometraje “Pantera Negra: Wakanda Por Siempre”, por si sola, la secuela del protector de la soberana nación de Wakanda cumple como producto cinematográfico con sus altas y bajas como en cualquier producción de este tipo, pero es imprescindible hablar más allá de la película y centrarnos en el apartado estético y cultural en el cual está basado el pueblo ficticio en dónde nuestro paisano encarna a la mayor autoridad del mismo, cuyos orígenes en los cómics tienen más de 80 años de antigüedad, ahora reinterpretados, bajo una de las cunas culturales de la civilización mundial.

Talokan -la nación del personaje de donde proviene Namor- tiene una íntima relación con la cultura Maya, en ocasiones anteriores, producciones extranjeras han visto a nuestra identidad prehispánica y la conciben de distintas maneras, en la mayoría de las veces como una mezcla de todas las ramificaciones de los pueblos mesoamericanos, bajo una unidad que simplemente impide percibir el brillo tan particular de todas estas diversidades propias de nuestro pasado.

Para este largometraje, pudieron repetir la formula y haber hecho una amalgama de todos nuestros pueblos de tiempos remotos, pero se agradece, que dentro de todo el acercamiento e investigación previa que se tuvo, se visualiza una apreciación solemne, vista desde ojos ajenos, a nuestro invaluable legado prehispánico y cultural del sureste del país, desde los más mínimos detalles de vestimenta, hasta el diseño de producción con murales, herramientas y arquitectura, sin dejar atrás el idioma maya que hablan los personajes en la película.

Wakanda Por Siempre no deja de ser un producto comercial, que está concebido para seguir moviendo la maquinaria mercadológica de ese imperio tan grande que se llama Disney, pero es motivador y refrescante que con el debido respeto que se merece, se hayan acercado tan familiarmente a nuestra realidad cultural, y con ello, provocarán que las miradas internacionales se dirijan hacia nuestro pasado, que con diversos matices, podrán generar un nuevo resurgimiento arqueológico dirigido a las masas dónde la cultura popular se pone al servicio de preservar nuestra identidad prehispánica.

About the author

Juan Esteban Méndez

Es licenciado en Comunicación con pre-especialidad en producción y dirección cinematográficas por la Universidad Anáhuac Mayab, y maestro en Arte Cinematográfica por El Centro de Cultura Casa Lamm, desde el 2012 es director general del grupo Kinécarus que se dedica a la difusión y apreciación cinematográfica y cultura pop generando eventos especiales en Mérida para los estrenos de distribuidoras como Universal, Disney, Warner Bros entre otras, en 2015 es seleccionado a nivel nacional para representar a Yucatán como parte del Primer Foro Jóvenes talentos del Festival de Coproducción Audiovisual Latinoamericano en la Ciudad de México, es profesor universitario productor de videos, fotografía y podcast en su casa productora llamada Azul Cincuenta y Dos, es investigador de la cultura popular y se especializa en la vinculación emocional transgeneracional, especialmente en el área de superhéroes, cultura japonesa, geek y el nuevo hollywood.