Críticas

Todos somos Ben Solo – Crítica a The Last Jedi 

*Esta crítica y reflexión contendrá Spoilers importantes del largometraje. 

Después de casi dos años de espera y con un gran entremés cinematográfico llamado Rogue One, llegó la esperada secuela del universo de Star Wars, con aciertos y desaciertos que por primera vez en muchos años crearon una poderosa perturbación en la Fuerza del fandom desatando auténticamente una guerra civil entre los defensores y los que rechazan esta nueva propuesta.

Rian Johnson es muy diferente a J.J. Abrams, este último con un ritmo positivista y aventurero despegó Force Awakens con el espíritu de aventura que Star Wars necesitaba para ser re-introducido a la comunidad internacional, Johnson ahora viene con una visión más oscura e interesante, si nos sentamos a observar los filmes anteriores del cineasta, vemos una grande fuerte inspiración del Film Noir en Looper, un manejo clásico pero a la vez contemporáneo de la comedia estadounidense con Estafa de Amor, una fuerte carga dramática y emocional en el mítico capítulo de Ozymandias y una manera interesante de manejar un microuniverso en Fly, ambos capítulos de la serie Breaking Bad.

En resumidas cuentas, Rian Johnson es un gran director de género, que no titubea al momento de plasmar una historia y un estilo propio, dirigiendo para sí mismo y no para la audiencia y tal vez aquí es dónde desencadenó la guerra civil del fandom que antes era mencionada: su dirección ha propiciado el nacimiento del episodio con menos feeling Starwariano en cuanto a dirección se trata -y que por consiguiente afecta con efecto dominó a todos los elementos- y no por ello deja de ser una propuesta interesante; arriesgada e intimidante, pero interesante.

La linea argumental mantiene su curso como una carretera irregular, por momentos existe un predominante camino limpio y sin baches, por otros momentos reducimos la velocidad para poder seguir con seguridad la trama, en determinadas secuencias vamos de una manera muy rápida que mantiene la adrenalina a tope, pero que no difumina el trayecto del mismo; cada elemento de ritmo en The Last Jedi tiene una justificación plena, tal vez por momentos muy clara y en otros bajo muchos elementos que podrían confundir al espectador -recordemos que Johnson dirige para sí mismo- allí es donde los cambios de escenario recurrentes y el entrelazamiento de las minitramas nos aleja de la narrativa clásica de una película de Star Wars, recordemos que la película se detiene en explorar estas historias:

-El vínculo Kylo/Rey

La narración se detiene en esta historia bilateral para crear al personaje de Kylo Ren y para generar más incertidumbre en el destino de Rey.

-El vínculo Rey/Luke y la Fuerza.

Durante este aspecto de la trama vemos el verdadero desprendimiento de la batuta de poderes entre los personajes, alejando a Luke como centro de la historia de la trilogía original y sentando las bases del misticismo que encierra a Rey y su vínculo con la Fuerza y de la desmonopolización de la familia Skywalker como piedra angular de la saga.

-El conflicto de la Resistencia/Nueva Orden

De la misma manera este minitrama del conflicto empieza a hacer lo que anteriormente mencionábamos: aleja al estilo natural de Star Wars y lo va llevando poco a poco al desprendimiento de la historia que conocemos.

-La aventura de Finn/Rose

Y el último esbozo de aventura Starwariana se introduce aquí, con una subtrama vacía que sirve de colchón para no dejar la historia con mucha tensión dramática y crear un cómic relief.

Todas las minitramas anteriores ordenadas a nivel de profundización e importancia narrativa conforman la mejor decisión que pudo haber tomado el director para terminar el tratamiento de los personajes de una vez por todas para prepararlos para la culminación de la trilogía (inclusive del uso del flashback por primera vez en la saga como elemento de la trama) todo todo enfocado para el bien de la transformación -y culminación- de personajes.

A nivel actoral todos los personajes tienen su justo medio y todo depende de su importancia para la trama, por el lado de la nueva generación, Adam Driver logra mantener la misma esencia de su personaje y poco a poco lo va perfilando para culminarlo en una transformación más palpable, de la misma manera Oscar Issac  logra evolucionar y lo saca del aparente estancamiento como personaje de acción que tenía en la anterior entrega y haciéndolo parte primordial de la resistencia cómo un elemento diplomático y bélico, con un destino mucho más brillante en la conclusión de la historia, lo mismo se puede decir con Billie Lourd.

Por otra parte Daisy Ridley se mantiene con la misma madurez con la que terminó la entrega anterior y -desgraciadamente- se mantiene allí, esa decisión no debería por que ser desaprovechada, al contrario; permitió darle más peso a los personajes que en The Force Awakens salieron perjudicados y continuando con la idea anterior: John Boyega junto con los nuevos actores Kelly Marie Tran y Benicio del Toro solamente están. Cumplen con su engranaje en la maquinaria pero no sobresalen y no llegan a destacar poniéndonos a pensar si sus interpretaciones tendrán un tratamiento más brillante en la siguiente película, inclusive Laura Dern y Domhnall Gleeson en sus papeles de apoyo para sus correspondientes mandos destacan muy a su manera, y en el terreno de la sabiduría en el cast los hermanos Skywalker: Mark Hamill y Carrie Fisher nos muestran una madurez actoral con respecto a sus personajes, tanto de manera individual como unificada como hermanos y que cuyas luces aún brillan 40 años después con nuevos matices de luz.

 

En cuestión de lo estético, tanto la escenografía, vestuarios y diseño de producción en general cómo siempre son orgánicamente correctos, a estas alturas del viaje entre la tecnología del cine en general y los fans de Star Wars ya no se logra esa sensación monumental que creaba en su momento ver gigantescas naves pasar frente a nuestros rostros ó de ver mundos galácticos impresionantes, pero la tecnología evoluciona y las audiencias con ella para contrarrestarla.

Situación tristemente diferente con la banda sonora de The Last Jedi, bajo la batuta de la leyenda musical John Williams quien desaprovechó la oportunidad de crear una mezcla musical de varios nuevos Leitmotiv que pudieron darle un nuevo elemento emocional a la película, nos queda a deber un tema entre Kylo y Ren, situación que por tradición debería repetirse, en su momento fue Luke/Leia, Anakin/Padmé y ahora no pasa nada, aunque si tomamos en cuenta que sus respectivos temas musicales son notas opuestas, este elemento podría quedar justificado.

Williams prefirió quedarse en sus composiciones musicales clásicas y no por eso significa que sea un mal tratamiento musical en esta entrega, al contrario: escuchar esbozos de la marcha imperial, la secuencia musical del halcón en la estrella de la muerte en Ep. VI, una nueva versión que recuerda vagamente a la cantina de Mos Eisley en Canto Bight denotan la nostalgia musical en The Last Jedi y para una saga con 40 años de antigüedad, nada mejor para enredar tus sentimientos que la música que te hizo enamorarte de Star Wars.

La frase que encierra el sentimiento en general del largometraje proviene del personaje más importante del mismo -no por su importancia per sé, si no por su nivel de transformación-

“Deja morir el pasado, mátalo si hace falta, sólo así te convertirás en quien debes ser.” – Kylo Ren.

De manera literal este discurso e idea se mantiene latente en muchas lecturas de The Last Jedi, inclusive en un discurso que traspasa la pantalla y se transfiere al tratamiento que los realizadores le están dando a la película.

Rey deja morir al pasado al resignar el conocimiento final sobre el origen de sus padres los cuales no fueron revelados de manera definitiva -podría ser que Kylo mintiera- y esta empieza un nuevo camino en la Fuerza superando todas las pruebas necesarias de la misma (un auténtico viaje del héroe) y continuando el legado de los Jedi llevando los libros de los primeros Jedi con ella al final de la cinta.

Kylo se convierte en la persona que debe ser dentro de su propia escala de valores en un acto de madurez personal al eliminar a cada uno de los elementos que lo frenaban de llegar al poder supremo que él confusamente anhelaba, rodeado de incertidumbre y miedos que se volvieron su más grande fortaleza -aunque sin aparente control-

Luke deja morir su pasado al enfrentarse a su derrota más grande (la creación de Kylo) y con la ayuda del espíritu del maestro Yoda comprende su misión, se sacrifica y trasciende hacia un nuevo plano con la Fuerza que lo convierte en la memoria de una época en la cual aún existía una tenue esperanza de una nueva orden Jedi.

Leia pasa la batuta finalmente a Poe Dameron, deja morir la antigua usanza de liderazgo con Holdo y al final en Crait deja el camino abierto a la nueva generación con el piloto que a pesar de ir en contra de sus métodos resultó ser una nueva chispa para la resistencia, ganándose el favor de Leia.

Y la película en sí deja morir el pasado, transfiriendo finalmente la balanza de poderes hacia la nueva generación y de contar Star Wars de una manera distinta, fuera de la linealidad que nos tiene acostumbrados y de más que nada romper paradigmas y dar un paso forzoso para trascender más allá como saga cinematográfica “Sólo así te convertirás en quien debes ser”

Cada uno de los personajes en menor o mayor manera tiene una evolución característica en esta nueva entrega; descubrimos que Snoke tiene una obsesión con el balance de la Fuerza, juguetea con el Lado Oscuro pero no se entrega a ella, podemos observar sus verdaderas intenciones en el diálogo:

“La oscuridad crece y también La Luz, para enfrentarla.” – Snoke

La raza de Snoke es desconocida… si nos quedamos en la punta del iceberg y no intuimos más allá podemos pasar por alto que hay pequeñas pistas para creer que Snoke es de la raza perteneciente a los primeros Jedi y con ello su sorprendente afinidad con la Fuerza:

La insignia de la cueva de Crait nos muestra a un ser humanoide de gran tamaño y con un rostro sin cabello, con el dominio total del Lado Oscuro y del Lado Luminoso, la misma isla contiene infinita oscuridad e infinita luz, el mismo Luke nos entrega ese dato y junto con los motivos de Snoke podría llevarnos a pensar que él es un último vestigio de esa primera orden Jedi, un ser trastornado y corrupto busca desesperadamente una neutralidad eliminando a la única persona que traía balance a la Fuerza (Luke)

Luke es el último bastión que queda de los Jedi, pero está igual de perdido y confundido que Rey al momento de su primer encuentro de ambos, se ha alejado y rechazado a la Fuerza -cómo le menciona Rey- la imagen de Luke en esta película no es la que los fans nos esperábamos ver de él (inclusive esperábamos más de él como personaje que de Leia en el elenco original) pero nos da a un personaje que sacrifica su protagonismo para ser un engranaje importante de la nueva entrega que mueve a los verdaderos protagonistas.

Y hablando de protagonistas debemos de pasar por el personaje más etéreo de la película: Rey, quien continuó durante todo el largometraje en el mismo punto en el cual quedó al terminar The Force Awakens, y vemos muy poco crecimiento del personaje, cosa justificable si vemos que su verdadero crecimiento se dio en la entrega anterior y en donde ahora Kylo ocupa su lugar en pantalla para crecer, si nos damos cuenta si hay un crecimiento de ambos, tampoco es que Rey no haya crecido -por ejemplo Finn pasó sin pena ni gloria- pero de esta relación simbiótica Kylo ganó en la transformación narrativa.

Ben Solo es hasta el momento, el personaje con mayor carga emocional y narrativa de la nueva trilogía, Kylo Ren es ese “perro rabioso” el cual Snoke precisamente se refiere en una linea de la película, una persona que sabe que su poder es inmensurable, que no tiene una guía clara de donde desatar esa tensión de poder es un ser confundido y débil, lo que lo convierte en más peligroso aún al no tener el control sobre él -lo que sucede precisamente al final de la película- y el propio Snoke hace mención de esta condición:

“La debilidad, manipulada de una manera correcta puede ser una herramienta filosa” – Snoke

Y así lo fue… Ben Solo fue llevado por esa falta de confianza propia hasta el límite que rompió las cadenas que lo ataban y lo volvieron en el villano más incontrolable e inestable de la saga.

La evolución de Kylo Ren es palpable, y vemos cada uno de los elementos que lo conducieron para ser el personaje que es ahora:

  • La decepción de ver a su mentor y maestro (Luke) dudar ante el miedo y la decisión de Ben a entregarse a las enseñanzas de Snoke destruyendo a la nueva orden Jedi en el proceso.
  • El asesinato de su padre para poder probarle a Snoke -su nuevo mentor y guia- que puede llegar a ser un usuario poderoso del Lado Oscuro de la Fuerza.
  • La resignación y humillación recibida en la sala del trono al burlarse de su condición como heredero de Darth Vader -otro modelo a seguir- y la destrucción del casco que elimina la remembranza de su abuelo.
  • Finalmente observamos en la sala del trono cómo Kylo Ren supera incluso a su propio maestro al asesinarlo, no cómo una muestra del cumplimiento de la regla del maestro-discípulo de los Sith, si no todo lo contrario, para poder tener su propio control de su fuerza y no depender de nadie.

Si nos ponemos a pensar bien, cuando Kylo le recrimina a Rey que se equivoca al ver figuras paternas en Han Solo y en Luke, es él mismo que se recuerda al depositar su confianza en Luke y en Snoke sobre el dominio de la Fuerza.

Después de las continuas conexiones con la Fuerza (sean o no a raíz de Snoke, por que recordemos que al final de la película aún ambos la mantienen) Rey decide llegar a la nave de la nueva Orden, convencida en la visión que otorgó la Fuerza: que Kylo iba a rechazar a su maestro, Rey sentía un conflicto en Kylo, no por que estuviera mal que entregara a Rey o por que quería volver a La Luz, si no por que Kylo sabía que tenía que matar a Snoke para seguir el camino de su destino, ese era el verdadero conflicto del personaje.

Vemos a Rey a los pies de Kylo y este es ordenado por Snoke para asesinarla, Rey sigue pensando que el conflicto interior de Kylo la salvará y que se volverá al Lado Luminoso, Snoke por su parte no siente un conflicto real en Kylo, no siente debilidad y luz en el corazón de su alumno se ha apagado y metiéndose en su cabeza percibe una pequeña visión del futuro: “Ahora derribará a su verdadero enemigo” Snoke deposita su confianza en su aprendiz y no se da cuenta que él mismo ha llegado al final de su transformación cómo maestro y es sobrepasado por el alumno y la era de Snoke termina con el halo de un sable de luz.

Snoke es asesinado, y así Kylo Ren destruye su pasado, para construir su propio futuro, desprovisto de cualquier guía o situación que pudiera controlarlo y toma el control de la Primera Orden y así se vuelve el primer usuario del Lado Oscuro de la Fuerza que transforma el mito: Destruye a su maestro antes de que él pudiera controlarlo (logra lo que Darth Vader no pudo hacer) y así cambia la balanza y con ello todo el arquetipo del bien y el mal en Star Wars, ahora es turno de Rey de hacer lo mismo con el Lado Luminoso.

The Last Jedi es un excelente ejercicio de transformación y de cambio, de dejar atrás un universo conocido y adentrarse a otro por conocer, detrás de esta premisa ha generado como se mencionó al principio de esta lectura, una división de opiniones: unos que aceptan esta nueva lectura y propuesta  y otros que la rechazan terminantemente. Este rechazo proviene del aferrarse a la zona de confort que los fans de Star Wars hemos cultivado durante 40 años de una saga de interminables ciclos y de eternos retornos con personajes conocidos y centrándonos en la historia de una familia, cuando tenemos un universo entero por conocer.

No está mal qué tengamos este sentimiento arraigado en la familia Skywalker, todo lo contrario, es lo que nos hizo involucrarnos con la saga, lo que es erróneo de ese porcentaje del fandom que rechaza Ep. VIII es tener -me atreveré a decir- la inmadurez de no dejar ir a sus personajes, de no querer aceptar por completo nuevos ideales, personajes y estructuras. Algunos se aferraron tan negativamente a su idealización de Star Wars con innumerables teorías y fantasías meses antes del estreno que al momento de ver la verdad no se atreven a darse cuenta que todo ha cambiado, no han dejado ir lo que desde hace mucho tiempo debió haberse ido, pero que no debería de olvidarse.

Al final del día, todos los fans somos ese Kylo Ren enfurecido que llegó a frente a frente con su mayor anhelo en Crait y que finalmente era una ilusión proyectada con la Fuerza, enfurecido por que no le dieron en bandeja de plata lo que quería, pero era eso justamente lo que necesitaba para continuar su propósito, podemos mantenernos como un inexperto Ben Solo destruyendo cualquier cosa por que no salía con respecto a su plan, o podemos transformarnos en el lider supremo Kylo Ren, que se desprendió de su pasado y empezó un nuevo futuro. la decisión está en cada uno de nosotros y de nuestra afinidad con la Fuerza que tenemos con esta historia en una galaxia muy muy lejana.

 

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About the author

Juan Esteban Méndez

Es licenciado en Comunicación con pre-especialidad en producción y dirección cinematográficas por la Universidad Anáhuac Mayab, y maestro en Arte Cinematográfica por El Centro de Cultura Casa Lamm, desde el 2012 es director general del grupo Kinécarus que se dedica a la difusión y apreciación cinematográfica y cultura pop generando eventos especiales en Mérida para los estrenos de distribuidoras como Universal, Disney, Warner Bros entre otras, en 2015 es seleccionado a nivel nacional para representar a Yucatán como parte del Primer Foro Jóvenes talentos del Festival de Coproducción Audiovisual Latinoamericano en la Ciudad de México, es profesor universitario productor de videos, fotografía y podcast en su casa productora llamada Azul Cincuenta y Dos, es investigador de la cultura popular y se especializa en la vinculación emocional transgeneracional, especialmente en el área de superhéroes, cultura japonesa, geek y el nuevo hollywood.