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Loving Vincent: ¿forma sobre fondo? – Aula A113

Hace unos días me encontraba en una peculiar encrucijada: tenía en mis manos la decisión de ver en el cine una película, y estaba entre dos opciones de las que soy consciente que no van a durar en el cine mucho tiempo más, así que debía darle prioridad a una sola. Las opciones no podían ser más opuestas entre sí: un blockbuster gringo de superhéroes acerca de un dios nórdico y su hermano problemático, o… una película de arte animada y europea acerca de uno de los pintores más importantes de la historia y las circunstancias de su muerte. Para ayudarme en mi decisión, hice una encuesta en Facebook y todos – menos una persona – votaron por la película animada sobre el pintor. Así que confiando en mis face-amigos, fui y la vi: Loving Vincent. Pero ¿por qué esta película ha causado tanto impacto en la gente que ha podido imponerse en las preferencias del público encima de una de las franquicias más importantes de la actualidad?

Loving Vincent es una película única, y no es una exageración. Es la primera película animada realizada por medio de pinturas al óleo, todas pastiches de Van Gogh. Se usaron aproximadamente 65 mil pinturas y más de 100 artistas que recibieron un entrenamiento especial para aprender a animar y a pintar siguiendo el estilo del famoso pintor holandés. Nunca antes se había intentado algo semejante, y con razón, ¡es una locura! Pero los realizadores tenían una clara idea en la mente con la que buscaban rendir homenaje a Van Gogh, y sin importar lo difícil del reto, se mantuvieron en su visión y lo consiguieron. Ahora, Loving Vincent está nominada como mejor película animada en los Annie, en los Golden Globe, y muy seguramente también en los Oscares. Sin duda ha dado mucho de qué hablar, y su estilo es peculiarmente llamativo y muchos curiosos se sentirán atraídos hacia ella… Pero eso no significa que sea una película para todos.

Loving Vincent consigue una hazaña sin precedente con su animación. Los realizadores están tan orgullosos de ello que abiertamente pusieron un texto antes de la película para informarle a la gente que sí, la película que están a punto de ver fue hecha solo con pinturas al óleo realizadas a mano por verdaderos artistas. Cuando vi ese anuncio en el cine sentí que no me cayó bien: al predicarlo tan explícitamente antes de iniciar la película se deja al público demasiado consciente de lo que están viendo, impidiendo incluso lograr concentrarse en la trama y en lo que ocurre en la película ya que se está demasiado ocupado observando la animación, cómo los colores bailan en la pantalla, cómo cada cuadro es ligeramente diferente al anterior y produce así un incesante movimiento que llega incluso a marear.

No quiero que se me malinterprete, la animación es completamente admirable, hipnotizante y cada cuadro es, literalmente, una obra de arte, y los artistas involucrados merecen todas las alabanzas y elogios posibles. Pero quizá hubiera sido más sabio colocar el anuncio posterior a la película, para dejar a los espectadores con un sentimiento mayor de admiración antes de salir de la sala… O tal vez haya una razón por la que se decidió ponerlo antes y no después: los realizadores estaban conscientes de que la técnica utilizada para la película es, en realidad, lo más interesante acerca de la misma.

No es que la película sea mala, para nada. Pero sufre de algo que siento que las películas realizadas con stop motion siempre padecen también: el estilo sobrepasa a la sustancia. Esto debido a que la técnica de animación es laboriosa, compleja y muy difícil, y como efecto, muchos las alaban y vitorean por el mero hecho de haber tenido un proceso tan poco común y complicado, dejando de lado todos los demás aspectos que una película cualquiera debe cuidar para recibir buenas críticas. No digo que la complejidad no sea de admirar, pero al juzgar una película no solo puedo fijarme en una cosa, y como realizador no puedo esperar que mi animación compense por personajes, o por trama, o por ritmo, todos estos aspectos siguen siendo sumamente importantes y las películas animadas no deberían obtener un pase o esperar ser menos criticadas solo porque el proceso de animarla fue arduo. Pensemos, si a Loving Vincent le quitáramos el hecho de haber sido animada como lo fue, ¿seguiría siendo igual de admirada?

La respuesta es fácil. No. No porque no tenga una buena historia que contar, sin duda solo por el hecho de ser acerca de Van Gogh llamaría la atención incluso de la Academia. Pero en este caso, creo que el estilo de animación es inherente a la película, a pesar de las deficiencias que esta pueda tener en el guion o en la historia. La película no se entendería ni se sentiría de la misma manera si no se hubieran utilizado las pinturas para hacerla, porque Loving Vincent es en su centro y más allá de todo lo demás un homenaje a un pintor que no recibió ninguno durante su vida, pero que tras su muerte ha sido celebrado como un genio. Por lo tanto, uno podría afirmar que la forma se convierte en fondo en esta película, que el estilo se vuelve sustancia, porque el estilo es el alma de la producción, las pinturas son la verdadera estrella de la cinta, la animación al óleo es lo que lleva a la película de ser un mero episodio de NCIS a una pieza que podría llamarse una carta de amor a una figura tan importante del arte.

Loving Vincent no sería lo que es sin su peculiar estilo, y sin duda no hubiera valido la pena realizarla de otro modo. Es cierto que el espectador de cine promedio no la disfrutará: la película es lenta, contemplativa, cada conversación e intercambio entre personajes es solo una excusa para llegar a la siguiente conversación e intercambio entre personajes, y esto puede cansar. Además, muchos personajes están basados visualmente en los actores que les dan voz, por lo que puede ser raro si reconoces a alguno de ellos, es como, “Hola, Saoirse Ronan hablando con Vincent Van Gogh”.

Sin embargo, los adoradores fans del pintor serán conmovidos hasta las lágrimas y los entusiastas de la animación y el cine la valorarán por su respeto al pintor y la visión tan poética y única de la cinta. Sin duda vale la pena ir a verla, ya que a pesar de sus imperfecciones, es de admirar lo que se quiso lograr con ella, y es muy importante no dejarla pasar desapercibida, no dejar que los realizadores con ideas locas se cohíban pensando que jamás tendrán el apoyo necesario para realizar algo así: apoyar a Loving Vincent es apoyar lo poco convencional en el cine, y sobre todo, en la animación, es demostrar respeto por el arte y mirar a los grandes ejecutivos a la cara y decir ‘Esto también vende, haz algo al respecto’.